Revista La Defensa del IDEL-FACA, noviembre 2019.
Editorial.
La separación de los poderes.
Por Ricardo J. Cornaglia
El equilibrio de fuerzas en el que se
funda la República, pasa por el ejercicio armónico de los tres poderes del
Estado. Por el respeto de la autonomía de cada uno de ellos, en el ejercicio
pleno de su independencia.
La injerencia de uno de esos poderes,
afectando la existencia de cualquiera de los otros, desarticula el sistema y
abre las puertas que conducen al totalitarismo.
Los tres poderes difieren en sus
funciones e incumbencias.
La teoría de la separación de los
poderes, fue desarrollada por Montesquieu, en el “Espíritu de las leyes”,
publicado en el año 1748 e inspiró a las revoluciones estadounidense de 1776 y
francesa de 1789, que afirmaron la soberanía popular, como fuente legitimadora
del orden jurídico. Hicieron a la República, el orden reforzador y
condicionante de la democracia.
Escribió el filósofo francés:
“Cuando los poderes, legislativo y
ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona, o corporación,
entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado
hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo.
“Así sucede también cuando el poder
judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido
al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería
arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al
segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un
agresor.
“En el Estado en que un hombre solo, o
una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los
tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las
resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los
particulares, todo se perdería enteramente.”
Un sistema de frenos y contrafrenos,
que controle las energías necesarias del poder, es el escudo que protege a la
libertad posible y alcanzable del hombre social. Porque el poder es necesario,
pero también corrompe. Antes que Montesquieu lo había advertido para las formas
mixtas de gobierno Polibio y Aristóteles.
Y cualquiera de los tres poderes,
cuando comete actos de injerencia en el otro, ya está ejerciendo las peor de
las corruptelas. La que prepara las condiciones para hacer de la corrupción un
sistema que se perpetúa y retroalimenta. Un cáncer republicano.
La reforma constitucional de 1994,
procuró crear un control necesario sobre el Poder Judicial con el Consejo de la
Magistratura, pero la forma en que se lo plasmó fue torpe. La llave de su
funcionamiento, quedó al alcance del partido de gobierno, cualquiera fuera su
signo. La F.A.C.A., en representación del estamento profesional, tiene
presente, que el abogado, antes y por sobre la condición de abogado, debe
cumplir con los deberes que impone la ciudadanía. Sus resoluciones y
declaraciones dan cuenta de ello. Reivindicamos ser el estamento social más
capacitado para defender de la corrupción al poder judicial, al que tenemos el
deber de servir, sin ser serviles.
El Informe del Relator de la ONU que
publicamos en esta revista, nos duele. Y no sólo por lo que involucra a la
actual administración próxima a finalizar su mandato. Puesto que sabemos, que
las anteriores incurrieron en las mismas prácticas