Revista La Defensa, del IDEL-FACA. Editorial enero del 2022.
Editorial
La grieta que interesa a La Defensa
Por Ricardo J. Cornaglia
Mucho se ha dicho sobre la grieta que divide a los argentinos.
Se viene discurriendo sobre su naturaleza, su profundidad, sus perniciosos efectos. Sobre como deteriora las instituciones de la democracia y la república.
A partir de ese concepto, la retórica viene provocándonos con tanto discurso insufrible, que termina en un decantado pesimismo. El temor, acompaña al concepto.
Se nos perdonará que agreguemos nuestra cuota, en este duro verano del 2022, para que divaguemos sobre las virtudes de la misma.
Pero hablar de la virtud, en un concepto tan difuso como el que implícitamente amenaza con la existencia de un abismo, termina por invitar al desafío y lo enfrentamos como se debe enfrentar el suicidio ejemplar. Con entereza. Todo sea en mérito de un convivir virtuoso sin temer a las diferencias que nos distinguen.
Para el abogado, la grieta no deja de ser el material que justifica la profesión, si se la equipara con la contienda de derecho e intereses.
Los ciudadanos y las categorías sociales que ellos crean, viven en permanente contienda. Superviven en la medida de que soportan la lid.
Los abogados que se ejercitan en el derecho político y constitucional, no escapan a esa condición objetiva. Con su trabajo contribuyen a ahondar las diferencias y en ocasiones a superarlas, postergarlas, atenuarlas. En especial a hacerlas soportables en la medida de una libertad a conquistar, pese a la existencia de los conflictos.
Para ellos, es evidente que a un lado de la grieta funciona el modelo constitucional vigente y del otro lado, una propuesta de dar por agotado el mismo y actuar desafiando su vigencia real y con el fin constituir uno distinto.
Esto proyectado al derecho internacional público y la geopolítica nos coloca a un lado de la grieta, honrando la Constitución vigente. Es decir, aceptando sus instituciones o proponiendo cambios, a partir de las reglas de juego que regulan las reformas que la realidad impone.
Del otro lado de la grieta, confronta el sueño de la revolución, que apremia para romper con el pasado jurídico a partir de un triunfo de las masas y en la medida del dominio de la fuerza necesaria y con la represión justificada como medio, por el fin procurado.
Simplificando, con los riesgos que implica y solo la buena fe reduce, puede sostenerse que la grieta separa a la reforma y la revolución. A los reformistas y los revolucionarios.
La grieta a ambos lados, tiene bordes resbaladizos
Cuanto más resbaladizo el terreno a los dos lados de la grieta, necesita mejores defensores (abogados expertos en derecho político y constitucional), que con su labor pueden racionalizar la contienda cuando el propósito es superarla. O simplemente prolongarla hasta que las condiciones varíen, en términos de costos soportables.
Mientras el abogado no abandone su función: defender mediante el derecho, su quehacer irremediablemente lo lleva al núcleo de la refriega y la cercanía del abismo. Su labor es riesgosa por naturaleza. Queda haciendo equilibrio, con o sin defendido a su vera.
Su experiencia acompaña a la supervivencia y el dominio del equilibrio.
Opinando, los supuestos expertos en política y constitucionalismo son muchos, y la profundidad de la grieta y los insondable del abismo, hace de sus opiniones una cháchara interminable, irresponsable e improvisada. Convivir con la contienda y mantener el equilibrio es otro cantar.
En el periodismo, se acerca uno para informar a la grieta y su abismo y para ello se hace necesaria la investigación especializada, el pensamiento crítico e información veraz, cuando pese a la grieta, la convivencia reclama el respeto a las identidades diferenciadas y enfrentadas.
En este órgano de prensa, de un modesto organismo de doctrina, que tiene por fin asesorar a una entidad en la que las diferencias conviven tanto como los conflictos ligan, tenemos una buena oportunidad de practicar la democracia como respetuosa forma de la diferencia, para bien del conjunto. No solo de los abogados, sino también de la sociedad a la que se deben. Es en definitiva una humilde, pero excelsa forma de la lucha por el derecho.