313.- La abogacía y el federalismo, La Defensa, editorial, abril 2022. - RJCornaglia

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Revista La Defensa del IDEL-FACA, editorial, abril del 2022
Editorial
La abogacía y el federalismo.
Por Ricardo J. Cornaglia

Las elecciones en el Colegio Público de Abogados de Capital Federal (C.P.A.C.F.), los días 26, 27 y 28 del corriente mes de abril del 2022, a partir de las autoridades que resulten electas, servirán para definir el rol futuro del gremialismo abogadil porteño, con referencia al del resto del país. Es decir, hasta que punto los abogados de la ciudad de Buenos Aires, contribuyen a una presencia nacional como estamento social.
En ejercicio de la libertad asociativa, el gremialismo solo alcanza la unidad de representación válida, desarrollándose en su plenitud, si demuestra madurez suficiente. Para ello debe asumir complejas prácticas federativas, que validen la representación unitaria del estamento, para representarlo con vigor en la sociedad, a la cual se debe y ante el Estado.
El Colegio Público se marginó de la Federación Argentina de Colegios de Abogados (F.A.C.A.) abandonando a la entidad madre de la colegiación legal de nuestra profesión, que cumplió un siglo de existencia y fue factor propiciatorio del modelo de la colegiación de ley, que impera incluso en el colegio de la Capital Federal y con la excepción de las provincias de Santa Cruz y Chaco.
De los 82 colegio públicos de ley existente, 81 se integran en la F.A.C.A., el C.P.A.C.F. se constituyó en el hijo pródigo, disconforme con los estatutos de la entidad de segundo grado y puso distancia con las instituciones hermanas.
Al autor de este editorial le consta, por haber sido vicepresidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados de la Nación, entre los años 1983 y 1987, y firmante del despacho de dicha Comisión, que aconsejó la sanción del proyecto de ley presentado por el diputado doctor Jorge R. Vanossi, que prosperó en la ley 23.187, sancionada el 5 de junio de 1985,  de creación del colegio público capitalino. La iniciativa prosperó, pese a la oposición y gestiones en contra que se dieron, por ser bien acogida por los dos bloques mayoritarios de la Cámara y por el ahínco que pusieron para defender la iniciativa, la F.A.C.A. y la Asociación de Abogado de Buenos Aires. Personalmente atendí a las autoridades y representantes de las entidades  en el Congreso. Debo destacar, que el doctor Vanossi, que para entonces era presidente de dicha Comisión de Asuntos Constitucionales, con anterioridad  a ejercer ese cargo parlamentario, había sido presidente el IDEL y de F.A.C.A.. Guardo el recuerdo de una labor que tenía especial sentido para mí, que venía ejerciendo la abogacía desde el año 1963 y conocía de las necesidades y carencias de la profesión, especialmente en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense. Fueron extensas jornadas trabajo, en las que participaron el autor del proyecto y con especial interés y dedicación, el diputado doctor Oscar Luján Fappiano, secretario de la Comisión de Asuntos Constitucionales, y el doctor Huberto Quiroga Lavié, jefe de asesores de la Comisión, constitucionalista de nota, y posteriormente, convencional constituyente en la reforma del año 1994 y decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata.
La ley sancionada, creando el colegio capitalino, fue una conquista celebrada por la mayor parte de las instituciones de la abogacía del país, que por otra parte representan profesionales que en la medida en que llevan sus causas hasta las últimas instancias procesales, tienen que litigar en Buenos Aires, en los recursos extraordinarios de inconstitucionalidad. Por eso, muchos abogados como el que esto escribe, (quilmeño), tienen doble matriculación y estudio capitalino, además, del que corresponde a su domicilio real. Los vínculos profesionales intensifican esa natural relación de contradicciones y amor-odio que los argentinos mantenemos con nuestra Capital, que es de todos, además de los porteños. Esa ambivalencia determina vínculos, a cultivar, que redundan en prácticas necesarias de la lucha por la justicia.
Los lazos que unen a los colegios de abogados de ley y aún a las asociaciones de abogados y sindicatos que los representan, pasan por el respeto a las incumbencias asociativas, las prácticas republicanas, democráticas y federales.
El federalismo de la F.A.C.A. hace a su esencia y naturaleza. No le viene de prestado, ni autorizado por gobierno alguno o ley que lo justifique. Es una genuina forma de expresarse, por medio de mayorías y con respeto a las minorías.  Ceñido a su estatuto, que en cien años de vigencia ha sufrido reformas y en el futuro podrá tener otras, en ejercicio de una democracia que lo legitime.
Desde un nacimiento, factor de unión superadora de desconfianzas, ha sido la regla estatutaria: un colegio, un voto.
Cada colegio que se sumó a la Federación, respetó la regla de contar con un voto para conformar la voluntad de la federación, en cada una de las reuniones de Junta de Gobierno o las asambleas. Es una regla que iguala a los colegios cualquiera fuere el número de los afiliados con que cuenten. Una práctica federal que guarda analogía con la igualitaria representación que tienen las provincias en el senado de la Nación sin importar sus diferencias.
Una regla, que algunas veces se intentó modificar sin éxito hasta el presente, por no prosperar el intento en las asambleas que trataron la modificación del estatuto. Una regla estatutaria, que fue factor de unidad con todas las instituciones gremiales desperdigadas desde Jujuy a Tierra del Fuego. Pero al fracasar su intento de modificar el esquema de representación, en el caso de del Colegio Público porteño, fue el principal factor de división y separación del mismo de la entidad de segundo grado.
Se puede estar de acuerdo o criticar dicha regla y los estatutos. Mejorarlos. Pero es la regla que vinculó a un estamento profesional en toda la extensión de nuestro dilatado país y tiene su razón de ser. Unió federalmente a los abogados, como gremio, en ejercicio de la representación democrática. Se la podrá cambiar en el futuro, es valiosa, pero solo instrumental y perfectible.
La forma válida, honesta y legal, para ese cambio, pasa por acatar el centenario estatuto, promover un profundo debate institucional llevado a la conciencia de las bases de la abogacía y auscultando su opinión. Teniendo presente la manifestación de cada colegio y asociación.
La convocatoria a la unidad federativa a nivel republicano nos nace de las entrañas y por ende, la Federación tiende la mano al Colegio Público de Abogados de Capital Federal para que regrese a sus fuentes, con libertad de bregar por cualquier cambio que intente y sirva a sus legítimos intereses y derechos de presentación- Por supuesto, con respeto al pasado común y comprendiendo que se pueden cambiar las prácticas democráticas y federales para mejorarlas, pero respetando al pasado y pagando los costos de tener principios comunes.
Estas elecciones servirán para definir hasta donde los abogados matriculados en la Ciudad de Buenos Aires, se sienten ligados a los lazos que los unen y están comprometidos con una unidad gremial, democrática que los represente para defender sus derechos e intereses.
No es poca cosa robustecer o debilitar ese instrumento de lucha, sin desmedro alguno del respeto a la diversidad y el pluralismo. La opción está presente en las listas que compiten. El doctor Jorge Rizzo encabeza una de ellas, ha sido presidente del Colegio con anterioridad y cuenta con el apoyo de la actual dirigencia. Es de suponer que orientará a la entidad a la que pertenece, manteniendo la separación de este importante colegio de la federación, entidad que alentó su existencia. El doctor Ricardo Gil Lavedra, uno de sus oponentes, es vicepresidente del IDEL y miembro del Consejo de Redacción de esta revista, representa una instancia de revisión posible hacia la unidad a conquistar por el método democrático, propiciatoria de un cambio necesario, para la integración representativa del estamento de la abogacía argentina. El doctor Rubén  Ramos, tercero en la disputa, cuenta con el apoyo de la A.G.A.E., Asociación Gremial de Abogados del Estado, sindicato con personería gremial del cual se secretario general, que hasta ahora no se integró a las prácticas federales de  F.A.C.A.
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