Revista La Defensa del IDEL-FACA. Nº LXXVI, febrero del
2023. Ver: www.ladefensa.com.ar Ícono
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Editorial.
Las próximas elecciones y el Estado
Constitucional de Derecho Social republicano y democrático
Por Ricardo J. Cornaglia
América latina, la Patria Grande, es un proyecto inconcluso
de confederación de naciones, que avanzó hacia la emancipación a partir de la
radicalización del discurso liberal del siglo XVIII, en la práctica política a
partir de la lucha revolucionaria contra imperios colonialistas.
Las naciones nacientes se nutrieron en las masas de
esclavos, indios y mestizos, para construir repúblicas democráticas. Ellas
derramaron su sangre al servicio de la ideología emancipatoria. Luego, la
inmigración proletaria del mundo pobló sus desiertos y encontró el refugio
negado en sus orígenes.
El republicanismo fue esencial para enfrentar a las
monarquías imperiales y colonialistas.
La participación popular se produjo en el flujo arduo de
las democracias que las convocaron. La representación democrática, tuvo su raíz
en la participación activa de los sectores populares. Fue enredándose en los
pliegues de la representación que suplió a la soberanía trascendental y
autoritaria, procurando la libertad igualitaria según los valores del
inmanentismo, propios de un pueblo republicano. Valores en el siglo XIX, que
fueron inspirando una cultura política, de difícil asimilación, a partir de
aprender de los errores.
La cultura en ciernes de una sociedad determinada tarda
siglos en madurar. En su seno, agazapadas, las prácticas del poder reaccionario
se disimulan en las formas afines a la demagogia, sabia ésta en las prácticas
de las movilizaciones de masas.
Naciones y pueblos mucho más antiguos que el nuestro,
asumieron prácticas totalitarias, movilizando masas y ganando sin fraude alguno
elecciones, para consolidar experiencias que terminaron sangrando a la
humanidad.
Hicieron de la movilización de las masas ejercicio
recurrente y práctica de acumulación de poder, denostando el republicanismo
democrático y calificando el mismo como una experiencia solo útil a una
burguesía naciente y rapaz. Coincidieron en los hechos, con esa categoría
social a la que denostaban, en minar las instituciones que servían al proyecto
de construcción, que es capaz de convivir con los conflictos de las categorías
sociales y racionalizar la síntesis dialéctica de su superación, a partir del
tratamiento genuino de las causas.
La República no fue abandonada como modelo, por los pueblos
de la Patria Grande, orientó a las constituciones que perduraron. Sin embargo,
convengamos que la práctica republicana no se improvisa. Perdura, cuando se
transforma en cultura política. Y los pueblos nuevos no tienen los tiempos de
los hombres. Se tarda generaciones sucesivas en disciplinar a las instituciones
y hacerles honor.
Los abogados tenemos el deber de fortalecer esa cultura y
militar como republicanos, en la medida en que el derecho humildemente rinde
culto a la justicia. La inmensa mayoría en esta profesión se formó en la matriz
del pensamiento de Mariano Moreno y Juan José Castelli.
Para ese modelo social, los partidos políticos son
esenciales. Son la sabia nutriente del sistema de derecho público. La debilidad
de los mismos se torna en debilidad republicana. La debilidad de los
protagonistas de la próxima contienda eleccionaria es manifiesta. No se debate
plataformas conocidas y las paso, son el único acercamiento posible a una
construcción de representación popular racional.
Pero las paso, como proceso eleccionario de la ciudadanía
comprometida, sirven en la medida en que expresan la existencia de partidos
políticos que precisan sus programas pagando los costos del cumplimiento
honesto de los mismos. Los partidos políticos de raigambre popular tienen la
oportunidad institucional de ponerse a prueba. Por ahora, los frutos son
amargos. Las instituciones sirven en cuanto los hombres las ejercitan y ponen a
prueba. Se hacen fuertes y eficaces en la medida de su existencia real.