Revista La Defensa del IDEL.FACA, septiembre del 2023.
Editorial
La
sociedad de castas
Por
Ricardo J. Cornaglia
La casta más poderosa y peligrosa de la sociedad moderna se
oculta bajo las formas burocráticas de la investigación económica. Los
economistas la nutren. De ella hacen una profesión, que no conoce diferencias
esenciales entre lo público y lo privado, lo nacional o lo internacional. Un
día son economistas, al día siguiente son promovidos a CEO de una empresa u
organismos financieros internacionales.
La casta hace de la especialidad una ciencia infusa.
¿En esos términos ciencia?
Sí, la economía es una rama de la ciencia social,
importante, no la más importante, pero influyente, por cierto. Al punto de
cultivar la influencia como principal razón de ser.
Tan importante como lábil. Fácilmente corruptible por su
burocratización. Fácilmente desviable de sus fines naturales, en función de los
intereses de los que de ella viven. Están sus protagonistas ansiosos de acceder
al poder económico que estudian como forma profesional y como es lógico
fácilmente objeto de especulaciones. Ansiosos de acceder desde el cientificismo
a todo poder. Especialmente el poder de los poderes, que es la política.
Sí, la denostada política. Que también, resulta tan
sospechosa cuando sus protagonistas se profesionalizan y toman distancia del
hombre común. De las angustias y necesidades del hombre común. Tan vituperada
como casta, cuando se la sufre como burocracia. Tan alejada de la democracia
como forma de corrupción del arte del buen gobierno para todos e ineludible
encrucijada de ella.
Tenemos hasta ahora, en estos alambicados párrafos previos,
dos castas esbozadas, para una sociedad moderna que las anida y les permite,
pertenecer a la casta superior que las contiene y las subsume entre sus
pliegues.
Es como si los estudios de Emile Durkheim (1856-1917) sobre la división del trabajo, nos permitiera
asimilar con auxilio de Max Weber (1864-1820),
desnudar a una casta superior, la cada vez más poderosa.
Y se analiza las dos ramas (política y economía), de la
misma casta (burocracia), desnudando sus encantos. Ambas se muestran como las
dos caras de una moneda afectada por la inflación. Es decir: de escaso valor.
En su ambigüedad y en el escamoteo de la verdad. En su
mixtura. Que, estudiada, es separación y unión al mismo tiempo. Es grieta que
une al continente de la pobreza. Algo así como Latinoamérica. Nuestra
Latinoamérica, que algún día tendrá que tener una moneda común que la
represente y la enorgullezca por ser auténticamente representativa.
La moneda que tenemos y la que nos falta, si no es
representativa de nuestra sociedad, pierde el sentido de ser. El que no la
respeta, no nos respeta. La Constitución que nos une operativiza para ella el
derecho de la Nación.
En el editorial del número de agosto de esta revista,
recordamos que el art. 75 inciso 6 de
la Constitución Nacional, dispone que es atribución del Congreso ”establecer y
reglamentar un banco federal con facultad de emitir moneda, así como otros
bancos nacionales” y el inciso 11 faculta a ese poder, el legislativo, el “Hacer sellar moneda, fijar su valor y el de
las extranjeras; y adoptar un sistema uniforme de pesos y medidas para toda la
Nación.”
El presidente del Corte Suprema de Justicia doctor Horacio
Rosatti, que fuera presidente del IDEL-FACA, hace ya años, en reciente
declaración que recogió el diario español El País, el martes 19 de septiembre
pasado, fue categórico en sostener: “ si la dolarización elimina al peso es
inconstitucional”. Y también: "Con todo el respeto hacia la política y
hacia los economistas, es la Constitución la que nos rige a todos, sea
economista, político o juez". Y en consonancia, propuso a los candidatos
en campaña para las próximas elecciones atenerse a la letra de la Constitución.
Esto que es válido para la charlatanería de los candidatos a
presidentes, políticos-economistas o economistas-políticos, también para el
Poder Legislativo, que es el que puede definir al tema dentro de sus
competencia y sin soportar injerencias extrañas.